El sector de los plásticos trabaja intensamente para garantizar la transición hacia una economía circular completa. Sin embargo, la falta de apoyo y la demonización del plástico crea un ambiente de incertidumbre y preocupación en las empresas y además provoca la confusión del producto con su residuo. Es necesario que los esfuerzos del sector se vean recompensados y apoyados por un marco legal justo y proporcionado
Tanto en el sector de los plásticos como en la cadena de valor del envase en general todos, sin excepción, trabajamos para conseguir la economía circular de los plásticos. También los ciudadanos están respondiendo y cada vez están más concienciados con el reciclaje de estos materiales: en los últimos nueve años, la media anual de incremento del reciclado de envases plásticos ha sido de +7,2% y, en 2019, España fue el segundo país de Europa con un mayor índice en envases plásticos reciclados. No cabe duda de que, para que esta transición sea eficiente y concluya exitosamente, debe realizarse en todos los eslabones de la cadena de valor y se debe recibir un apoyo institucional por parte de las administraciones, tal y como ha sucedido históricamente en todos los sectores en transición: vehículos, energía, carbón…
La industria del plástico está volcada en la economía circular
Si nos focalizamos en los eslabones de la cadena de valor, en la industria del plástico tanto productores de materias primas plásticas como los fabricantes de envases vemos que ambos subsectores llevan varios años involucrados –y especialmente durante los últimos años– fomentando acciones y proyectos para realizar esa transición. Sin embargo, se atisba en el horizonte un serio peligro, porque todos estos esfuerzos no parecen ser comprendidos ni apoyados claramente por las sucesivas legislaciones que se van aprobando que, sin embargo, crean un ambiente de incertidumbre y preocupación.
Las empresas están invirtiendo para mejorar sus procesos de producción fabricando productos más reciclables. Se están modificando los diseños de los envases, con gran esfuerzo de investigación para que el producto interior siga conservando su frescura y no se estropee. Se está reduciendo el envase multicapa y se están consiguiendo envases flexibles casi monocapa, con tintas y adhesivos solubles. Se están modificando los colores, diseñando envases más transparentes, siempre que sea posible, ya que en algunos es necesario que no pase la luz para conservar el alimento. Se están modificando las materias primas, algunas de ellas ya son biobasadas, otros envases como las bolsas muy ligeras ya son todas compostables. Finalmente, y siempre siguiendo las estrictas medidas de seguridad de la EFSA, se están realizando cambios en la producción para incorporar materiales reciclados, añadiendo nuevos equipos y ensayos. La bolsa de plástico está fabricada ya con un 80-100% de reciclado –todas ellas certificadas– y las botellas de PET se han adelantado al compromiso del 2025 de incorporar un 25% de material reciclado. Muchos de los envases de PEAD de productos de limpieza ya incorporan plásticos reciclados. Sin olvidar que se lleva más de 20 años años reduciendo el espesor y, por lo tanto, el peso de estos envases: algunos recipientes plásticos han pasado a ser un 50% más ligeros en solo 10 años.
La industria del reciclado está incrementando capacidades y mejorando sensiblemente sus procesos de limpieza y reciclado, y está certificando la calidad de sus productos con sellos de trazabilidad europeos como Eucertplas. En los últimos dos años, en España se ha incrementado la capacidad de reciclado en las instalaciones en más de 200.000 toneladas.
Las empresas petroquímicas y las tecnológicas trabajan intensamente para conseguir que las tecnologías de reciclado químico, pirólisis, gasificación y despolimerización estén listas a escala industrial en un plazo de dos o tres años. España, además, es líder en la implantación de algunas de ellas.
Cambios legislativos a contracorriente
Todos estos cambios y esfuerzos, sin embargo, parece que no siempre son reconocidos por el legislador, ni europeo ni nacional, en el que la foto se completa con un ramo de autonomías legislando sobre el plástico, cada uno parecido pero diferente, creando un pequeño caos de mercado sin precedente. ¿En qué autonomía están prohibidas las maquinillas de afeitar o las bolsas de plástico? ¿Y las anillas de las latas? –Anillas fabricadas, por cierto, con plástico 100% reciclado y mucho más ligeras y sostenibles que algunas propuestas de sustitución que se están viendo–. Creo que se debería legislar con sensatez y consideración, ya que el esfuerzo de las empresas está siendo considerable. Todas las semanas, desde distintas asociaciones (no solo del sector plástico), se escriben cartas y alegaciones intentando aclarar este desorden legislativo, argumentos que se diluyen en la complejidad competencial y de tramitación de nuestro país.
El anteproyecto de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados (APLRSC) legisla y traspone la directiva de residuos y la directiva de productos plásticos de un solo uso y aquí nos encontramos las primeras piedras en el camino, los objetivos de reducción propuestos para envases plásticos de un solo uso en dicho APLRSC: un 50% en 2026 y un 70% en 2030. Propone, incluso, que se sustituyan por otros materiales –siempre más pesados y que utilizan muchos más recursos energéticos y más huella de carbono que el plástico– y con posibilidad de que se incremente el desperdicio alimentario por no utilizar envases adecuados. Estos objetivos no se relacionan con los conceptos de reciclabilidad del envase ni del contenido en reciclado, obviando los esfuerzos ya realizados en algunas empresas.
También se nos impone un impuesto al plástico no reutilizable, desproporcionado y discriminatorio, gravando toda la fabricación desde el origen de la lámina, el impuesto más complejo de aplicar actualmente en España y que repercutirá en los consumidores con menos recursos y restará la competitividad de los productos españoles en un época muy compleja como es la actual, de pandemia o post-pandemia. Quizá una solución más positiva para la transición sería bonificar fiscalmente aquellos envases que son más reciclables o que introducen reciclado.
Una ley de residuos debería contemplar de una manera global la prevención y la reducción así como todos los impactos, y siendo que estos materiales sustitutos del plástico generan un mayor peso y más consumo energético y que, además, sus tasas de reciclado no son mucho mejores, no deberían ser considerados como una mejor alternativa sin analizar en detalle todos estos aspectos. Las tasas de reciclado de envases domésticos del resto de materiales son muy parecidas y algunas peores a las de los plásticos.
¿Por qué no se apoya visiblemente la economía circular del plástico?
¿Qué sector industrial invierte en un producto que parece destinado a su eliminación y cuya imagen se intenta demonizar? Un 70% de reducción de envases plásticos como objetivo para una empresa es su eliminación. La industria del plástico, de acuerdo a los datos de EsPlásticos, está formada por 3.000 empresas, mayormente pymes, y genera más de 255.000 empleos directos e indirectos, muchos de ellos en la España rural. ¿Por qué destruir un empleo real y que se ha mantenido a pesar de la pandemia, cuando podemos incluso incrementarlo apoyando a la economía circular del plástico?
El principal problema, nos dicen los expertos, es que el plástico tiene muy mala imagen social debido al problema de las basuras marinas, las islas de plástico o playas con productos plásticos que aparecen diariamente en la televisión, muchas de ellas fuera del continente europeo y en países que no están limitando la producción de productos fabricados con este material. Un producto con mala imagen no puede ser apoyado. Se ha confundido el producto con su residuo. Muchas tiendas exhiben carteles (sin Plástico o Plastic Free, que es mas cool) para intentar vender más.
Por supuesto, el “gran problema de los plásticos” también oculta otros problemas mucho más graves como los vertederos –legales e ilegales– españoles, el vertido de sustancias peligrosas e invisibles (arsénico, mercurio, pesticidas…) que matan directamente a la fauna marina y la falta de depuración, tanto del saneamiento como de muchos vertidos que se envían directamente al mar en emisarios submarinos.
No se pretende evitar el problema de los residuos abandonados, pero sí proponer soluciones diferentes, y por supuesto se apoya el consumo responsable. Parece que todos los esfuerzos que se están haciendo en la industria no están siendo considerados, cuando la solución para eliminar los residuos de plástico abandonados no pasa por deshacerse del material, sino por gestionarlo adecuadamente y evitar su abandono. Educar y concienciar a la población en las ciudades, playas y zonas naturales, a los sectores económicos, industrial, pesquero, agrícola; implantar sistemas de recogida más eficientes de los municipios y sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor (en los que la industria también está participando). También una mejor depuración de las aguas, porque los residuos vienen de tierra y, efectivamente, muchas veces vienen de los propios sistemas de saneamiento que no están funcionando.
Una solución positiva, coherente y sensata: la colaboración y apoyo a la transición
Las empresas todavía seguimos y continuaremos apoyando de forma valiente y decidida la economía circular del plástico. Este material va a seguir existiendo, es esencial para la distribución de alimentos sana y segura, eficiente y mucho más en los tiempos actuales de pandemia. ¿No sería más útil apoyar decididamente una transición hacia la economía circular que generar incertidumbre dificultando las posibilidades de transición? Muchas posibilidades pueden ser impulsadas mediante financiación, pero sobre todo mediante un apoyo decidido de la administración al sector, potenciando su reciclabilidad y las inversiones en la industria para incorporar el material reciclado, dando impulso y financiando la creación de los nuevos scraps hasta que estén en funcionamiento, impulsando la modernización en las plantas de clasificación de residuos para conseguir fracciones de plásticos más limpias y que se reciclen mejor, fomentando el reciclado de materiales de puntos limpios, educando a la población en todas las edades en la responsabilidad del reciclaje. La prohibición de productos y la reducción desproporcionada y discriminatoria no es la solución, los plásticos seguirán estando ahí, porque en muchas aplicaciones son insustituibles y habremos perdido o retrasado una oportunidad de transformación.
Para evitarlo, todos –administraciones, ciudadanos, organizaciones y empresas– tenemos que ayudar. La industria, por su parte, seguirá luchando para lograr esta transición y esperando que sus esfuerzos se vean finalmente recompensados por un marco legal justo y proporcionado.